martes, 16 de febrero de 2010

Nine vs 8 y ½

Siempre he pensado (e incluso en más de una ocasión he comentado) que quién intentase imitar a Fellini acabaría haciendo el ridículo. Bajo mi punto de vista esta imitación es manifiestamente imposible por ser uno de los autores más asombrosos y más extrañamente fabulosos (por fábula) de la historia. La esencia de su lenguaje es sencillamente intransferible. Que no decir en el caso de “8 y ½”, su película más personal. Bien; pues “Nine” es una especie de remake de “8 y ½”. Y si, efectivamente hace el ridículo.
Hace el ridículo por muchos motivos. Uno de ellos es intentar rodar en inglés algo que sólo se puede trasmitir en italiano. Esto es fundamental y cualquiera que entienda la diferencia que existe entre las particularidades de diferentes pueblos, entenderá que “8 y ½” sólo es concebible en italiano, al igual “Plácido” o “Bienvenido Mr Marshall” sólo lo pueden ser en español.
Otro de ellos es el protagonista principal. No es un actor para un personaje común. Tampoco fuera de lo común. Simplemente Guido es Fellini. Y Marcelo conocía como nadie a Fellini. Con lo que en un mimetismo particular logró que Guido fuese Marcelo. Y Marcelo, Guido. Durante el rodaje hubo una especie de extraña transmutación de personalidades en busca del personaje, basada en una complicidad por encima de la película. Evidentemente esto jamás se podrá conseguir con posterioridad en cualquier tipo de remake, a pesar que Daniel Day Lewis es un excelente actor que intenta hacer todo lo posible dentro de la imposibilidad de este laberíntico universo ajeno.
Uno más es que sus musas están creadas desde su concepción del personaje, brotado de la mezcla personal y creativa. Y el personaje a su vez está condicionado a un casting, que como aparece en la propia película, se convierte no sólo en la mejor actriz posible para el papel, sino en que la actriz sea a su vez el propio personaje. Intentar pues que Marion Cotillard, Penélope Cruz o Nicole Kidman hagan un personaje que es la propia Anouk Aimee, Claudia Cardinale o Sandra Milo convierte esta posibilidad una vez más en ridícula. Eso sin entrar en odiosas comparaciones por perfil (aunque el caso de Saraghina es especialmente odioso)
Que no decir en el caso del espíritu, la magia y el tono que desprende “8 y ½”. Pues eso. Prueba no conseguida… Como era previsible.
Pero curiosamente y a pesar de todo lo dicho anteriormente “Nine” me ha gustado. Pero me ha gustado no por lo que se parece a “8 y ½”, sino por lo que se diferencia. Y esto es básicamente los estupendos números musicales que la presiden. Personalmente no soy muy amigo ni de los musicales en si, ni de los números musicales dentro de las películas, pero creo que en este caso más que una aportación a “Nine”, suponen una especie de aportación por trama a la propia “8 y ½”. Una especie de complemento que aporta un plus de entendimiento de las emociones que en “8 y ½” se trasmiten.
Efectos contradictorios pues. Y es que “Nine” tiene sentido en la existencia de “8 y ½”. Sentido que no siempre entiendo desde un aspecto positivo. Pero a su vez extrañamente si que “8 y ½” cobra un sentido múltiple en la existencia de “Nine”.






jueves, 14 de enero de 2010

Me manifiesto por el manifiesto

Lo que es mejor para todos y no cuesta esfuerzo alguno, es ridículo que no se haga. Pues eso.

http://bloguionistas.wordpress.com/2010/01/14/manifiesto-por-un-formato-comun/

lunes, 11 de enero de 2010

Parecidos razonables 1. Escenas argumentalmente similares, para mismos efectos dramáticos.

El otro día compré dos películas clásicas de la Paramount Pictures. Las vi seguidas; una después de la otra. Se trata de The Lady Eve 1941 (Las tres noches de Eva), con guión y dirección de Preston Sturges y Bluebeard's Eighth Wife 1938 (La octava mujer de Barba Azul ), con guión de Charles Brackett y Billy Wilder, dirección de Ernst Lubitsch.
La sinopsis de la primera es la siguiente: Durante un viaje en un trasatlántico, Charles Pike se enamora de Jean Harrington, que se dedica con su padre a timar a las cartas. Jean también se enamora de Charlie e informa a su padre que piensa reformarse, pero Charlie rompe su compromiso con Jean cuando se entera de que es una estafadora. Dolida, Jean proyecta vengarse. Los Harrington se encuentran con un amigo, también estafador, y Jean planea hacerse pasar por su sobrina inglesa Lady Eve Sidwich. Charlie conoce en una fiesta a Lady Eve, quedando anonadado por su parecido con Jean.
La de la segunda es esta: Michael Brandon (Gary Cooper) es un millonario malcriado y mujeriego que ha tenido siete esposas, todas atraídas por su fortuna. En una tienda de la Riviera conoce a Nicole de Loiselle (Claudette Colbert), pero en un principio ella le rechaza. El caso es que Nicole, hija de una familia de nobles franceses venidos a menos, decide, a instancias de su padre, aceptar finalmente la proposición de matrimonio de Brandon, pero deja claro que lo hace sólo por su dinero...
The Lady Eve 1941 (Las tres noches de Eva) ya la había visto (hace años), no así Bluebeard's Eighth Wife (La octava mujer de Barba Azul ). Es más que probable que si las hubiera visto con mucha diferencia de tiempo, hubiese pasado desapercibido para mi endeble memoria, lo que se puede ver a continuación:

(Entre el minuto 2 y el minuto 4)


(Entre el minuto 5 y el minuto 7)


En la primera, Jean Harrington cuando está a punto de casarse con Charles Pike, inicia su plan de venganza. La táctica que elige es contar sus supuestas e inventadas relaciones anteriores. Muchas (algo mal visto en la época). Charles Pike que creía que había encontrado el amor de su vida, aparte de enterarse de una incierta reputación, entiende entonces que simplemente podría ser uno más.
En la segunda Michael Brandon, cuando está justo a punto de casarse, le cuenta al Nicole de Loiselle que es su octava mujer (de ahí el título). Crea pues en ésta una terrible decepción, ya que entendía que este matrimonio podía ser el amor de su vida. Cuando le cuenta que es la octava mujer, entiende de igual manera que para él podría tratarse simplemente de otra más.
Tanto Charles Pike, como Nicole de Loiselle inician entonces una huida. Sus personajes sienten la decepción de un desajuste en la correspondencia del amor, a lo que hay que sumar el sentimiento de engaño por no haber habido una revelación anterior. La huida de Charles Pike es física. Decide escaparse (bajarse en la siguiente estación del tren en el que viajaban juntos). La de Nicole de Loiselle es una huida introvertida en el aspecto sentimental. Si realmente iba a ser una más, se iba a comportar como tal, ejerciendo un matrimonio únicamente de escaparate.
El choque de esto que estoy contando, es sin duda mayor en el momento en que se ven por completo ambas películas en un periodo corto de tiempo. No pasa desapercibido. Aparte de ser ambas de la “Paramount Pictures”, no he logrado hallar el nexo común entra ellas (ni en guión, ni en dirección, ni en producción). Pero entonces… ¿Se trata de una especie de marca de la casa en el sello de la productora para las comedias ligeras de la época? ¿Se trata de una casualidad? ¿Se trata de un plagio? ¿O simplemente se trata de un parecido razonable?

lunes, 4 de enero de 2010

2009

Ahora que empieza el 2010, haré cual borrego el significativo e innecesario repaso al 2009 como hacen los demás. Sólo encabezaré diciendo que la objetividad difícilmente existe y que la subjetividad es un mal endémico prescindible. Pero bueno allá voy.
Cine.
Ha sido un año de bastante buen cine (hablo de estrenos y no de año de producción). Lo mejor que vi en el año fue “El secreto de sus ojos”. Una película que en mi particular opinión va a ganar más aún con el paso del tiempo hasta que se convierta en un clásico. No la ha hecho ni Clint Eastwood, ni Martin Scorsese. La ha hecho Juan José Campanela.
Pero el año ha tenido notabilísimas obras como “La clase”, “El visitante”, “Déjame entrar”, “Tres monos”, “Malditos bastardos”, “Man on Wire”, “Frozen River”, “Cerezos en flor”, “Distrito 9”, “Sicko”, “El luchador”, “El desafío: Frost contra Nixon”, “Mi nombre es Harvey Milk”, “In the Loop”, “Up”, o la agradable sorpresa que me supuso “Mal día para pescar”. Pero ha habido muchas más que me han gustado. Sólo nombro las más destacadas y mejor realizadas en mi opinión.
Televisión.
La verdad es que tengo bastante abandonada la Televisión como tal, a no ser adquisiciones de series en DVD, que veo cuando me apetece. No quiero parecer de aquellos que dicen que todo lo que hay en TV es una mierda, porque nada más lejos de mi opinión, pero si que cuesta cada vez más aislarse de lerdas heroínas nacionales como Belén Esteban o de orangutanes encerrados en casas (con perdón de los orangutanes). Prefiero no asumir riesgos que puedan repercutir en mi estabilidad mental y por ende procuro tirar poco de antena. En cuanto a los DVD´s pues he continuado con las magníficas “The Wire” y “The Shield”. Mejorado la primera temporada de “Mad men” con la segunda y descubriendo alguna agradable sorpresa en “Cómo conocí a vuestra madre”. Si vi en “Cuatro”, “Flashforward”. El primer capítulo me pareció muy bueno con uno de los mejores cliffhanger que yo haya visto. Pero capítulo tras capítulo el interés se fue diluyendo como lágrimas en la lluvia… Sigo viendo de vez en cuando “Documentos TV”, “Redes”, algo de zapping de vez en cuando y deporte. Soy muy aficionado al deporte.
Teatro.
Este año he estado un poco “perrote” y no he asistido tanto como otros años. Aparte de algunos estrenos menores de amigos en salas alternativas, sólo habré visto 6 ó 7 obras. Como siempre el epicentro de mis predilecciones ha sido el Centro Dramático Nacional. Sin embargo este año me he llevado dos decepciones grandes: “La taberna fantástica” y “La paz perpetua”. No sé… no conecté con la esencia de que pretenden transmitir. A destacar el montaje que hizo el mencionado CDN de una de mis obras preferidas: “Un enemigo del pueblo”.