viernes, 13 de febrero de 2009

La percepción de lo real en el cine.

Percepción, objetividad, y punto de vista, en el creador (emisor) y en el espectador (receptor). Las cosas no son como son, sino como las percibimos. Por mucho que tratemos de luchar por conseguir “la objetividad” en nuestros argumentos, la imposibilidad es manifiesta por condicionamiento de nuestra educación, cultura y por supuesto ideología. Incluso factores más alejados de lo evidente, como condiciones geosociales, trastocan la forma de ver. De hecho la utilización del lenguaje nos puede conducir a algo más tangible. “Foma de ver”, “punto de vista”… se utiliza el ojo, lo que nos entra a través de él, para querer exponer nuestra forma de entender algo en realidad. Pero que curioso que el ojo en si, muchas veces nos engaña. Creemos haber visto algo, que una vez revisado no es lo que parece. Pero se puede ir más lejos aún. Depende de en que casos el ojo humano ve distinto. Excluyendo evidencias como enfermedades de la visión, el ojo se adapta al medio hasta el punto de percibir tonos y colores distintos.
Pero claro, si como dice el axioma popular “la objetividad no existe” no se trataría tanto de acercarnos a esta, como de alejarnos lo posible de la subjetividad. Si tengo que viajar, y no puedo hacerlo en avión, lo haré en tren, y si no puedo en tren, en coche, pero siempre será mejor que hacerlo andando.
El realismo en el cine está dividido en dos teorías, en la que la primera marca que no existe ninguna diferencia entre la percepción cinematográfica y la percepción del mundo real, y una segunda que piensa que no existe ninguna vinculación entre el mundo y la percepción cinematográfica. Entre estas dos posturas se encuentran una serie de críticos que dotan al cine por un lado de un estatus casi natural que los distingue de otras formas artísticas, lo que hace es mantener un enfoque doble y mantiene una estética, y por otro lado, distingue una psicología del cine.
Muestro aquí una de las entradas de “El circulo de los mentirosos” de Jean Claude Carriere (entre otras cosas guionista de Buñuel), en la que se expone un ejemplo de percepción que viene muy a colación.


EL SUEÑO DE LA MARIPOSA

La idea de que toda vida es cuestionable, de que toda percepción puede ser engañosa, de que todo juicio puede rebatirse, de que toda afirmación que parece objetiva encierra una parte secreta de arbitrariedad, dicha idea corre por el mundo desde que el pensamiento dejó sus primeras huellas.
Una historia china muy célebre trata de lleno de estas dudas del espíritu. Chuang-tzu nos la ha transmitido.
Un hombre sueña que es una mariposa. Revolotea con gracia de flor en flor, abriendo y cerrando sus alas, sin el más mínimo recuerdo de su naturaleza humana.
Cuando despierta, se da cuenta con sorpresa de que es un hombre. Pero ¿es un hombre que acaba de soñar que era una mariposa? ¿O una mariposa que sueña que era un hombre?
Dicen que nunca pudo responder a esta pregunta.



Saludos.


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