martes, 28 de abril de 2009

El diablo, Daniel Johnston, Dios y la locura.

Daniel Johnston es un peculiar cantautor estadounidense, que padecía y padece un trastorno bipolar. Sus amargadas canciones son una mezcla entre la genialidad y el “frikismo”. Debido a su arraigo familiar, y a las creencias de éstos, muchas de sus canciones poseen la influencia del ardor religioso, y la concepción del cristianismo. Existe en él asimismo, una fijación en el peligro que puede suponer el demonio socialmente, y por el número 9. Muchas de sus canciones tratan sobre su amor no correspondido hacia una compañera de universidad llamada Laurie Allen, la que pasó a ser su inspiración idealizada. Luego que ella se casara con un empresario funerario, Johnston comenzó a componer letras en las que Laurie aparece asociada a la figura de la muerte, combinándose con su relación simbólica al amor no correspondido.
En el del 2005, Jeff Feuerzeig, lo convierte en el epicentro de su documental The Devil and Daniel Johnston. Hasta aquí la aplicación de datos.
Reconozco mi desconocimiento de Johnston hasta que vi The Devil and Daniel Johnston. Sólo le conocía de oídas, sólo su mito, sobre el que en buena medida pienso que se ha cimentado su fama. Al igual que otros mitos “del fuera de lo común” como Andy kaufman, Tymothy Treadwell, los hermanos Panero, Bob Crane o Iván Zulueta, no me interesa demasiado su persona, ni tampoco su obra, pero si su personaje. En el fondo uno parece estar frente a una ficción construida, en vez de alguien de carne y hueso… Aunque, ¿quién soy yo para marcar esa diferencia?.
Daniel Johnston podía ser perfectamente el paradigma de la frontera entre la genialidad y la locura. En su caso por el contrario de estar cerca de esta frontera, la traspasa sobradamente en uno, u otro sentido de forma indistinta y sin pasar por aduana. Pero, ¿por qué el diablo y la locura?. Mucho me temo que por el contrario, en el caso de Johnston su “cercanía” a Dios fomento ese desequilibrio. Supongo que el LSD también tuvo que ver…
En cualquier caso, uno se da cuenta al conocer a Daniel Johnston, que jamás se llegará a ser un genio, en la medida en que se tenga miedo a mirar a la locura de frente, y en cuantificar la distancia que te separa de ella.

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